¿Estamos preparados para el cambio en nuestras organizaciones?
El cambio es una constante en el mundo. La globalización, el carácter disruptivo de los avances tecnológicos, o la forma de entender la vida – y por tanto el trabajo – de las nuevas generaciones, son sólo algunos factores que nos sitúan en el centro de la transformación.
En un contexto como éste, que no sólo ha transformado nuestra vida cotidiana, sino la manera en la que las organizaciones se crean, desarrollan y gestionan; y el modo en el que éstas compiten, cabe como mínimo hacerse una pregunta: ¿podemos ignorar el cambio?
La clave: la velocidad y la capacidad para adaptarnos a los cambios
Pues veamos. Que el mundo está en constante cambio no es una novedad. Ya el filósofo griego Heráclito, en el siglo V a.C., acuñó el término «Panta rei» (todo fluye), queriendo significar que todo se mueve, nada permanece: “Todo cambia”.
Más allá de los cambios en sí, un hecho particularmente relevante para las organizaciones hoy, es la velocidad a la que éstos se producen. En algunos ámbitos, por ejemplo en el tecnológico, el ritmo de la transformación es verdaderamente trepidante como ilustra este gráfico del informe “Rewriting the rules for the digital age” (Delloite University Press – 2017).
Dicho estudio, pone además de manifiesto que existe una diferencia, que crece de forma continua, entre el ritmo de los cambios tecnológicos y aquél al que cambian las organizaciones. Dicha diferencia es una cuestión fundamental, ya que determina y condiciona la capacidad de las organizaciones para adaptarse, de forma apropiada, a los nuevos entornos.
Y adaptarse de forma apropiada significa: cambiar las cosas adecuadas, en el modo oportuno y con la rapidez suficiente para que «no nos pille el toro».
Juan Mateo, consultor especializado en negociación y gestión de conflictos, nos cuenta que: “la tecnología ha supuesto tal disrupción para las organizaciones que, si antes podían planificar a veinte años vista, ahora este tiempo se ha reducido a veinte meses”. Adicionalmente, Juan Carlos Cubeiro resalta en sus charlas de liderazgo que: “En los últimos años, la mortalidad de las empresas se ha multiplicado por cinco. La esperanza de vida de las compañías, en la actualidad, está más cerca de los 10 años y mueren porque no se adaptan”.
Parece evidente, ¡No podemos ignorar el cambio! Y no sólo eso, sino que la capacidad de las organizaciones para transformarse de forma eficaz resulta ser una habilidad clave: adaptarse (bien y a tiempo) o morir.
Entonces, el cambio, o la capacidad de adaptarnos a él… ¿sólo nos ocupa porque vivimos en un mundo que se transforma deprisa?
Aquí la respuesta va por delante. Claramente, no. El hecho de vivir en un contexto tan variable como el actual, es un motivo especialmente relevante pero no el único que puede llevar a una organización a ocuparse de manera explícita del cambio. O, dicho de otro modo, de su capacidad para transformarse de forma eficaz.
Pensemos con ejemplos. Cualquier compañía que se encuentre en una etapa de fusión o segregación, está en un momento de cambio. Las start-ups que experimentan un rápido crecimiento, están en constante transformación. Una organización para ser más eficiente, llegar a más clientes, conseguir más calidad en lo que hace, generar una cultura diferente, dar más oportunidades de evolución profesional, etc… puede decidir abordar iniciativas como las siguientes:
- modificar sus procesos,
- implantar nuevas herramientas o sistemas,
- trasladar equipos a una localización geográfica distinta,
- integrar un determinado modelo de gestión por proyectos,
- desarrollar o adoptar una estrategia de marketing digital,
- rotar a personas de puesto o función,
- reestructurar departamentos,
- adoptar los nuevos modelos de trabajos “lean-agile”,
- modificar los canales o la manera de relacionarse con clientes o proveedores, etc…
Pues bien, esta organización también está, de forma voluntaria, propiciando cambios a los que tiene que adaptarse. Vemos por tanto, que la gestión cotidiana, más allá del contexto actual en el que vivimos, arroja muchos escenarios que nos avocan sin remedio al cambio y la transformación.
Llegado este punto, parece que la pregunta que tenemos que hacernos no es tanto si podemos ignorar el cambio, sino… Cómo podemos preparar a nuestras organizaciones para adaptarse de forma eficaz y generar culturas de cambio.
Sobre estas cuestiones, y sobre todo aquello que podemos necesitar para abordar la gestión del cambio y el desarrollo organizativo, seguiremos hablando.